SINOPSIS:
A nova novela de Riveiro Coello iníciase na primavera de
1982 en Barcelona co achado dunha carta e vai espallando a súa trama por
Compostela, Nova York e a Pobra do Caramiñal. O autor de As rulas de Bakunin
consegue artellar unha novela na que aventura vital, epopea social e interese
narrativo se xuntan. As historias de Diana, que na Barcelona de 1982 atopa unha
carta onde se descobre un pasado familiar ata daquela agochado; a dos últimos
días da vida dun intelectual en Compostela, que lega ao seu fillo un enigma
aínda non resolto; os intentos de Bob, un fotógrafo retirado de Brooklyn, por
salvar a Bernie, un amigo que probou o suicidio, e a historia do destino ignoto
dunha muller que se debate por conservar os últimos gromos da memoria. Velaquí
unha trama naque a resolución das liñas narrativas lle pide tamén ao lector ou
lectora un posicionamento perante o narrado que o ha implicar ineludiblemente
na novela.
La primera novela que leí
de Antón Riveiro Coello fue “As rulas de Bakunin”, aconsejada por mi profesora
de literatura gallega, que me aseguró que el libro me gustaría mucho. Por
entonces, no era yo mayor de 15 años. Sin embargo, a medida que avanzaba en la
lectura, sentía que me había encontrado con un autor desconcertante en el mejor
sentido del término y con una gran originalidad a la hora no solo de imaginar
la historia, sino de estructurarla. Ahora, con “Laura no deserto”, esa
percepción continúa vigente. En esta ocasión, este magnífico autor nos ofrece
la sorprendente historia de la mujer que protagoniza el título de la novela.
“Laura no deserto” se sitúa en el año 1982 y se encuentra dividido en cuatro partes
diferenciadas, llamadas “libros”. Cada una de las partes se diferencia de las
demás por la situación personal de la protagonista. En el primer libro, “A luz
dos ausentes”, los capítulos se intercalan mostrando en cada momento las
vivencias de diferentes personajes, dando lugar a lo que parecen ser hasta
cuatro tramas paralelas. En una de ellas, Diana, el último miembro vivo de una
familia burguesa catalana, encuentra oculta en la habitación que su padre tenía
en la casa familiar de las Ramblas, una carta de su tía Laura, una
joven republicana, contraria a la ideología familiar, enviada desde la cárcel madrileña
de las Ventas y fechada a principio del año 1940. Diana decide iniciar una
investigación para saber qué fue exactamente de su tía, ya que según la versión
de la familia, había sido fusilada en esa misma cárcel en 1939. Así, somos
partícipes de los pasos que da Diana tras la pista de su tía, hasta llegar a
Francia, momento en que termina su intervención. En otra de las historias,
situada en Nueva York, Bob y Bernie, soldados de la Segunda Guerra Mundial,
creen reconocer en un dentista de la ciudad al comandante nazi responsable de
infinitas muertes en el campo de concentración que su unidad estadounidense
había liberado en 1945. Al igual que Diana, inician su propia estrategia para
tratar de desenmascarar a este hombre, que parece perfectamente integrado en la
sociedad americana, para conseguir su extradición a Alemania y su posterior juicio.
En la tercera historia, volvemos a Galicia, a la ciudad de Santiago de
Compostela. Un hombre enfermo en un hospital escupe a su hijo una frase
sorprendente. Tras la muerte del padre, y sin haber tenido la oportunidad de
averiguar si esa afirmación fue alentada por la morfina o si estaba cargada de
lucidez, el hijo arrastrará consigo el peso de esa declaración mientras pone
orden en las pertenencias de su padre, intentando averiguar qué quería decirle
este. Finalmente, en un psiquiátrico, el doctor Thomas Rosenfield pone todo
su empeño en sacar a una mujer del mutismo en el que lleva inmersa más de un
año. Una limpiadora del centro, María, de procedencia gallega, será capaz de
arrancarle un pequeño gesto de vida con los versos de la canción gallega que
acostumbra a cantar mientras trabaja.
El segundo “libro”, “A
casa das sombras”, se inicia con la definitiva vuelta a la realidad de la mujer
ingresada en el psiquiátrico que, a pesar de recuperar plenamente la cordura,
sufre un grave cuadro de amnesia que le ha hecho olvidar los últimos 40 años de
su vida. En su último recuerdo registrado, ella tiene 24 años, y no los 62 que
luce en el momento de despertarse. En este punto del libro, ocurre que el lector
ya ha reconstruido casi por completo la historia de esta mujer y la relación
que tiene con todos los demás personajes. Durante el resto de la novela, el lector
acompaña a esta mujer en su intento por recuperar los recuerdos que ha perdido
y por reencontrarse con su vida. Es cuanto menos curioso, porque ella no sabe
lo que ha vivido ni lo que pronto averiguará, pero nosotros sí lo sabemos. En
este segundo “libro” y en el último, se nos revela como nueva poca información
sobre la historia, y es este aspecto el que, bajo mi punto de vista, hace que
la novela se haga en ocasiones pesada, que tengamos la sensación de que estamos
dando vueltas alrededor de un mismo punto sin avanzar. El autor quiere
hacernos caminar al mismo ritmo que la mujer protagonista, pero, como ya hemos
apuntado, con la información del primer “libro” y parte del segundo somos
completamente capaces de armar en nuestra cabeza la historia de la
protagonista. Eso provoca que vayamos más rápidos que ella y que la novela se
nos haga demasiado larga. Es en el tercer “libro” donde podemos encontrar
información que no disponemos sobre ella, ya que somos testigos de su
experiencia como prisionera en un campo de concentración alemán. Curiosamente,
el único “libro” que tiene los capítulos titulados y no numerados.
En mi opinión, esa
estructuración tan diferente del primer “libro” consigue atrapar por completo
nuestra atención y hace que consumamos muchas páginas en poco tiempo, porque
cada trama es interrumpida por otra en un momento de máxima tensión. Sin
embargo, como ya he comentado, ese mismo esquema novedoso se vuelve en nuestra
contra, porque nos adelanta toda la información antes de que la protagonista la
recupere del olvido que padece.
Una de las ideas más
interesantes de la novela es el peso de la memoria. La capacidad de memorizar
recuerdos nos permite armar de una forma ordenada nuestro pasado y entender
nuestro presente; nos permite saber cómo hemos llegado hasta dónde estamos, qué
decisiones tomamos y cuáles fueron nuestros actos hasta ser lo que somos. Sin
embargo, cuando 40 años son borrados de su memoria, la protagonista no sabe
cómo ha llegado hasta dónde está y tiene la oportunidad, o la mala suerte, casi
de volver a reescribir parte de su vida. Digo mala suerte porque es triste que
no pueda reconocer a su hija o su marido, ni saber por qué se enamoró de él, y
en cambio sí recuerde un amor de juventud que había dejado
atrás, pero que en su estado actual es lo último que recuerda y por el que está
casi dispuesta a arriesgarlo todo, con tal de tener la posibilidad de
encontrarse a sí misma otra vez.
En resumidas cuentas, a
pesar de que una parte del libro se puede hacer repetida, la calidad de la
historia es lo suficientemente potente como para hacer de esta novela una
lectura más que recomendable.
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