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domingo, 6 de abril de 2014

"La verdad sobre el caso Harry Quebert", Joël Dicker

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Continuamos la senda literaria de este 2014 con una novela de policías, que es todo un fenómeno literario desde su publicación. El autor, Joël Dicker, ha sido toda una revelación, pues a sus 27 años ha encandilado a público y crítica y ha recibido numerosos premios, entre ellos el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa.
Algo parecido le sucede al protagonista de su historia. Marcus Goldman es un joven escritor de 30 años abrumado por el éxito de su primera novela, que lo ha alzado a la lista de las más prometedoras estrellas del panorama literario de Estados Unidos. Corre el año 2008 y llega el momento de escribir su segunda obra, entre otras razones para cumplir con los términos del contrato que lo liga a una de las más poderosas editoriales de Nueva York, Schmid & Hanson, liderada por un agresivo hombre de negocios, Roy Barnaski. Pero su buena racha parece haber llegado a su fin, pues el tiempo transcurre inexorablemente y es incapaz de escribir una sola línea. Trastornado por la ausencia de inspiración y después de haberlo probado todo, acude a la única persona que sabe podrá ayudarle: su profesor de Literatura en la Universidad de Barrows y uno de los más aclamados autores del último siglo en América, Harry Quebert. Marcus y Harry no mantienen una relación cualquiera: desde el éxito de Marcus apenas se han visto, pero conservan una estrecha amistad y una confianza absoluta forjada entre las aulas de Burrows. Harry Quebert fue la persona que en mayor medida contribuyó a hacer de Marcus el hombre prometedor, esforzado y sincero que es, después de haberle obligado a superar una férrea obsesión con ser el primero en todo, en ser recordado como El Formidable, aunque ello conllevase emplear los métodos más mezquinos. Así, desesperado, Marcus recurre a Harry para saber cómo superar el bloqueo mental que le invade y le impide escribir. Siguiendo los consejos de Harry, se traslada a vivir con él una temporada en la gran casa, Goose Cove, que este posee en una pequeña ciudad de New Hampshire, Aurora, para que la cercanía del mar y la tranquilidad del pueblo le ayuden a recuperar la concentración. Durante su estancia, Marcus trabaja duro, y entre líneas, realiza un hallazgo sorprendente sobre su mentor: durante el verano de 1975, Harry, que por entonces contaba con 34 años, había mantenido una relación sentimental con una jovencita de 15 años, llamada Nola Kellergan, que desapareció sin dejar rastro el 30 de agosto de ese mismo año. Después de confesarle la existencia de esa relación, Marcus no tarda en regresar a Nueva York, donde continúa con su vida y entierra en el fondo de su memoria lo que acaba de conocer sobre la vida de su amigo. Sin embargo, unos cuantos meses después, ocurre lo inesperado: unos jardineros descubren enterrado un cuerpo en el jardín de  Goose Cove, y todas las evidencias indican que se trata del cadáver de Nola Kellergan. Harry Quebert es detenido y puesto a disposición judicial, acusado de dos asesinatos y un secuestro. La verdad sobre su relación con Nola sale a la luz, y se desencadena todo un teatro mediático, en el que Harry es condenado de antemano y tachado de pederasta, y el libro que lo encumbró, “Los orígenes del mal”, es retirado de la venta y de los programas de lectura escolares ante el escándalo que supone para la sociedad el hecho de que esté inspirado en la relación que mantuvo con una chica a la que doblaba en edad. Marcus acude en ayuda de su amigo, que asegura no haber cometido ningún crimen. Decide iniciar su propia investigación, con la guía del encargado del caso, el policía Perry Gahalowood, para demostrar que Harry es inocente y devolverle su buen nombre. Sin embargo, Marcus no tiene un trabajo fácil por delante: han pasado más de 30 años, que han borrado muchos recuerdos y rastros, y, no solo eso, alguien no quiere que se sepa la verdad, tal y como prueban las amenazas que comienza a recibir.
Como suele ser habitual en mí, comencé a leer esta historia con gran expectativa e interés, esperando que el carácter de “best-seller” se convierta alguna vez en una historia inolvidable. Lo cierto es que me ha gustado mucho, aunque no haya resultado ser el gran libro que siempre espero descubrir. La historia es muy interesante y el misterio en torno a la desaparición y asesinato de Nola Kellergen está realmente bien trabajado. Me mantuvo pendiente de cualquier avance, y yo misma empezaba a elaborar mis propias teorías sobre la identidad del asesino. Lo que me ha gustado de forma especial son dos aspectos de la historia.
En primer lugar, la historia de Nola Kellergan se entrelaza con las vidas de los más ilustres y conocidos habitantes de Aurora. Da la sensación de que nadie es quien parece ser y de que todos, absolutamente todos, tienen algo que esconder y que, de algún modo u otro, están relacionados con la mala fortuna de Nola. La investigación que lleva a cabo Marcus sirve para desentrañar la personalidad de todos esos personajes, desde la camarera del restaurante más popular de la ciudad, hasta el jefe de policía, pasando por el rico magnate de la ciudad de al lado. Parece que la sombra de Nola planea sobre todos ellos, oscureciendo su existencia. El autor consigue generar un ambiente de plena desconfianza, en el que recelamos de todos los personajes que van surgiendo, incluso de Harry Quebert. Y lo cierto es que, después de haber elaborado todo este escenario, me pareció muy sorprendente el final, pero no por bueno, sino porque me supo a poco. En la investigación surgen todas las hipótesis imaginables a medida que se averiguan más cosas de la vida de Nola y los que la rodeaban, y, de pronto, descubrimos que el crimen no responde a ninguna de ellas. Con todas las revelaciones que hace la investigación, una esperaba que el asesinato de Nola hubiese sido algo premeditado, porque los candidatos eran numerosos, y, sin embargo, resultó ser casi un accidente. La sensación es de final demasiado fácil.
En segundo lugar, me ha parecido muy interesante el retrato que el autor hace de la prensa y de la editorial Schmid & Hanson. En ambos casos, los dibuja como sectores carroñeros, ávidos de sensacionalismo y escándalo. La primera, más que estar al servicio de la verdad, parece estar al servicio del morbo, algo que tampoco resulta una novedad hoy en día. La segunda, especialmente por el carácter de Roy Barnaski, parece invadida por un capitalismo voraz que ya no busca difundir la cultura y las obras de calidad, sino que está dispuesta a publicar las cosas más insulsas si tiene garantizada suficiente salida en el mercado. El modo de trabajo que Barnaski quiere imponer a Marcus, sin conseguirlo, es de maquillar la verdad para que enganche al público, de utilizar escritores fantasma si se ve incapaz de cumplir los plazos, y otros métodos nada admirables. Las editoriales ya no sirven al arte, sino a los accionistas, como recuerda al protagonista.
En resumen, es una novela recomendable para pasar un buen rato. No sé si estará a la altura para los lectores más asiduos de la buena novela policiaca, pero vale la pena echarle un vistazo. Estaremos pendientes de este nuevo autor. ¡Hasta la próxima!

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