Nos adentramos en la emocionante segunda novela de Luz Gabás, "Regreso a tu piel".
Algunos fragmentos de la novela:
“Brianda sentía que debía amarlo para cuando no
hubiera torre que los apartara del resto del mundo a plena luz del día; para
cuando regresara el vértigo de su culpabilidad y su desconcierto por su súbito
enamoramiento, tan antiguo como las tumbas del cementerio, los monasterios, las
casas, las iglesias, los doseles tallados, los sillares de los muros y los
adornos de boj de escritorios de diminutas columnas sobre los que se inclinaron
otros como ellos, con sus propios miedos y esperanzas, angustias, deseos y
frustraciones, antes, mucho antes, de que ella cabalgara junto a Corso a lomos
de un negro frisón.
Debía
amarlo porque, sin saber la razón, sentía que tenía que recuperar el tiempo perdido.”
“¿Y
qué no haría ella por la duración indefinida de su vida si le hubiera pasado
aquello? Y eso que no lo sabía todo, porque el diario terminaba abruptamente
planteándole otros interrogantes…
Pero
solo con lo que había leído, tenía claro que haría como la joven que había
dejado escritas, sobre páginas de pergamino, pinceladas de sus miedos, sus
dudas, sus odios y sus anhelos.
Pensaría
las palabras precisas y las pronunciaría con la absoluta convicción de que,
traspasando los límites de la razón, del entendimiento, de lo cognoscible y de
lo perceptible, hurgaría en mentes ajenas, inquietaría corazones, se apoderaría
de cuerpos sanos y los abandonaría descompuestos en un eterno retorno, en una
incesante repetición, hasta dar por fin con aquel a quien anunciaría:
-Regreso
a tu piel.”
“Dudaba
que Tiles fuera algún día un lugar gratamente recordado por su mente. Dudaba
que Tiles permaneciera engarzado en su corazón como la piedra preciosa de un
anillo. En su caso, los buenos momentos vividos junto a Brianda nunca
conseguirían eclipsar los malos, ni siquiera ocultarlos tras una ligera bruma
de resignada melancolía.
Su
ira nunca desaparecería.
Alerta,
prestaría atención cada día a cualquier señal de que el alma de su amada no lo
había abandonado por completo.
Una
ráfaga de aire sobre la hierba. Un crujido a su lado. Un escalofrío. Un susurro
en la noche. Una rama golpeando la ventana…
Y
maldeciría todos los días de su vida, allí donde estuviera, porque su cuerpo
mortal tuviera que vivir sin ella.”
Luz Gabás irrumpió en el panorama
literario español hace dos años con la novela “Palmeras en la nieve”, que
pronto se consolidó como un éxito de ventas y crítica. En estos momentos se está
realizando la versión cinematográfica de la historia a cargo del director
Fernando González Molina. Cuando el libro llamó mi atención el año pasado, no
me decidí a leerlo, por dos razones: primero, aunque el argumento parecía
interesante la temática guardaba muchas similitudes con una novela que había
leído recientemente, “En el país de la nube blanca”, pues en ambas historias
los protagonistas emprenden un viaje a tierras exóticas, y no me apetecía
repetir; y segundo, porque he desarrollado cierto recelo hacia los “best-sellers”, ya que la experiencia me
ha mostrado que casi nunca te encuentras la calidad que esperas.
Sin embargo, tuve un flechazo con
su segunda novela, “Regreso a tu piel”. Aunque es difícil explicar los
flechazos racionalmente, fueron tres aspectos básicos los que me hechizaron
nada más poner los ojos sobre el libro. Para empezar, el título me pareció
precioso, como si fuese un verso de un poema, al estilo de “La voz a ti debida", de Pedro Salinas.
Por otra parte, la ilustración de la portada lo acompaña. La imagen de una
joven de espaldas, con la vista vuelta hacia una solitaria montaña que se erige
sobre un campo de amapolas es absolutamente sugerente, invita a seguirla
dondequiera que se dirija con ese andar melancólico que muestra la postura de
su cuerpo y su vestido blanco de antaño. Y para terminar, el resumen que se nos
ofrece en la contraportada no hace sino confirmar esta primera impresión:
promete una historia de amor, lucha y justicia. Personalmente, creo que no es
habitual encontrar una envoltura en la que todos los elementos guardan tanta
armonía como en este caso y eso, sin ser consciente en aquel momento, me
empujaba a sumergirme en sus páginas.
El resultado es que la lectura de
“Regreso a tu piel” me ha absorbido durante las últimas dos semanas. No
recuerdo la última vez que un libro me tuvo tan enganchada a sus páginas. La
conexión con la historia ha sido realmente profunda, todas las células de mi
cuerpo se han involucrado en ella: he sufrido, he reído, he sentido miedo y
expectación, he llorado (mucho, muchísimo)… en fin, como no lo había hecho en
mucho tiempo con un libro. Realmente me ha impresionado. Y, por casualidad,
ayer domingo, Luz Gabás fue entrevistada en el programa de RNE “No es un día
cualquiera”. Siempre resulta agradable escuchar la voz de una escritora y oír
de su propia boca la razón de su libro, aunque en mi caso coincidiera con el
momento en que lo terminaba. Por si es de interés, aquí dejo el link en el que
se puede escuchar la entrevista:
La historia comienza en Madrid y
sucede en nuestros días. Brianda es una joven que comienza a sufrir recurrentes
pesadillas, ataques de pánico y episodios de ansiedad, hasta que un profundo
miedo a no se sabe qué domina todo su ser. No hay nada en su vida que pueda
explicar esas nuevas sensaciones, pues tiene éxito en su carrera como ingeniera
y una relación estable y fructífera con Esteban. Brianda sufre porque siente
que está perdiendo el control de su vida: de pronto es incapaz de desempeñar su
trabajo con normalidad, se siente permanentemente melancólica, abúlica y
triste, además de aterrorizada por la vida, y, finalmente, es incapaz de
mantener contacto físico con su novio. Guiada por su madre, decide cambiar de aires
y marcharse al pueblo de origen de su familia materna, Tiles, en la provincia
de Huesca. Allí espera encontrar la tranquilidad que le permita recuperar la
serenidad y la calma que le caracterizan para retomar su vida. Sin embargo, sus
síntomas no solo no desaparecen sino que aumentan. Comienza a tener una especie
de visiones en algunos lugares del pueblo, sufriendo una especie de “déja vu”,
pues tiene la sensación de haber vivido cosas que hasta entonces no recordaba.
Las imágenes de sus pesadillas, en las que corre bajo la lluvia hasta un
precipicio, al que llega un caballo del que cae un hombre que parece conocer,
se repiten y se multiplican. En una tumba anónima halla la frase que se repite
persistentemente en sus sueños, Omnia
mecum porto, como una letanía que intenta abrirse paso entre su mente. Y
todo termina de complicarse más aún cuando reconoce a un extranjero italiano
que llega al pueblo, sin haberlo visto nunca antes en esa vida…
Se trata de una historia
compleja, muy bien hilada, contada en dos momentos temporales. En uno de ellos,
la protagonista es la Brianda de nuestros tiempos, que intenta averiguar qué le
está sucediendo exactamente. En el otro, nos trasladamos al Tiles de finales
del siglo XVI, en el que la protagonista es una Brianda de Lubich, noble
heredera de uno de los señoríos del lugar.
La temática es variada y resulta
difícil clasificar la novela dentro de un género específico. Para empezar, hay
un componente histórico muy importante, que es la base del argumento de la
parte ubicada en el pasado. Se trata de una época compleja para las tierras
altas de Aragón, inmersas en una guerra civil entre los partidarios de
continuar con un sistema feudal y los que se inclinan por pasar a estar sujetos
a la jurisdicción real. La parte histórica está muy bien trabajada y
documentada, y resulta muy convincente en sus descripciones de la vida común,
la guerra o el reparto de justicia y administración.
Sin embargo, lo que dota de
núcleo y razón de ser a la novela es la historia de amor entre Brianda de
Lubich y Corso, un soldado de Sicilia desertor que acaba en Tiles al acompañar
a su superior y amigo, original del lugar. Un amor en principio imposible por
las diferencias sociales de los involucrados pero que llega a término por la
fortaleza del mismo y por las propias circunstancias, en constante
transformación al vivir un tiempo tan convulso, que hacen que la vida de los
protagonistas se desvíe de su rumbo más predecible. Brianda es una joven dulce,
inteligente, educada como un muchacho por su padre al ser su única
descendiente, lo que la dota de carácter y la diferencia de las demás. Está
preparada para perpetuar con el apellido de su familia y mantener el esplendor
de Casa Lubich. Por su parte, Corso es un hombre maltratado por la vida,
huraño, solitario, huidizo, que no parece haber encontrado nunca amabilidad,
cariño o compasión. Malvive matando a sueldo para sobrevivir, arrastrando una
vida vacía y sin grandes perspectivas, hasta que se enamora perdidamente de
Brianda, convirtiéndose esta en la única razón de su existencia.
El hallazgo de unos papeles en un
pueblo de Huesca le otorga a la autora el nexo entre ambos momentos temporales.
En 1592 tiene lugar una caza de brujas en la localidad de Laspaúles, que le
cuesta la vida a veinticuatro mujeres de la zona en dos meses, un número
elevadísimo para un pueblo tan pequeño. Ese hecho aparece referido en los
papeles encontrados en la torre de la iglesia. La autora traslada los hechos al
pueblo de Tiles, e incluye a Brianda entre las víctimas. La Brianda del
presente se ve inmersa en la descubrimiento que su amiga Neli realiza de los
papeles en los que figura esa información, lo que le indica que ha tenido una
antepasada con su mismo nombre, que fue ejecutada por brujería. La autora tiene
tiempo a reclamar la necesidad moral de hacer justicia con las víctimas de esta
práctica, reconociendo la ilegalidad de muchos de los procesos y el carácter de
chivo expiatoria de estas prácticas por el poder y rehabilitando el nombre de
esas mujeres.
La información que le va llegando
a Brianda sobre su antepasada le hace pensar, una vez superadas ciertas
reticencias iniciales, que está sufriendo nada más y nada menos que la
reencarnación de la Brianda del pasado en ella misma, lo cual explicaría el
amor desenfrenado e inexplicable que siente por el italiano, casualmente llamado Corso. Se plantea de
esta forma un interesante debate sobre el destino del alma humana tras la muerte.
Brianda de Lubich promete, en el momento de morir, que desafiará las leyes de
la vida y de la muerte para volver a estar con Corso, de quien lo separan
abruptamente y por venganza. El asunto resulta estremecedor, en el buen sentido
de la palabra, por el profundo amor que se dedican los personajes. Su
sufrimiento y su lucha por él conmueve hasta el alma.
En conclusión, Luz Gabás nos
deleita con una historia de grandes pasiones, en las que caben el amor, el
miedo, la ira, la venganza y las maldiciones familiares. Consigue que las
sintamos en nuestros corazones como si fuesen propias. Es una novela repleta de
sensaciones fuertes, que recomiendo encarecidamente por la calidad de su
historia y su narrativa. Esta experiencia única me anima a interesarme por la
primera novela de la autora como no lo hacen las cifras de ventas.
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