Después de muchos meses de sequía "bloguera" y de un 2017 con pocas pero intensas historias, inauguramos la temporada 2018 con una novela a la altura de las circunstancias: la cuarta entrega de los "Episodios de una Guerra Interminable" de Almudena Grandes, "Los pacientes del doctor García". ¡Seguid leyendo para saber más de una autora imprescindible!
Valoración: En este blog, Almudena Grandes tiene su propia escala de evaluación, porque se saldría siempre de las tablas. Este caso se aproxima de nuevo a la perfección, pero sus propios precedentes le hacen mucho la competencia.
Te gustará si...: te interesa aprender Historia (que tanta falta hace) como si te leyesen un cuento... con un estilo y una expresividad inimitables en los manuales.
No te gustará si...: evitas relatos con enjundia.

Como viene siendo habitual, para muestra un botón (o varios):
"La primera noche de mi salvación fue la peor que recordaría en mi vida. Debería haber conciliado el sueño pacífico de los privilegiados, pero no pegué ojo. La imagen de mi abuelo veló mi insomnio para contraponer su soberbia integridad a mi miedo pobre, pequeño, la válvula que gobernaba el instinto de supervivencia que me avergonzaba como un vicio abominable. A oscuras en una cama ajena, Jesucristo crucificado sobre mi cabeza, repasé todo lo que había perdido. Tenía una vocación a la que había renunciado, un buen trabajo al que no podía volver, una casa que ya no me pertenecía, una amante que me había traicionado, un hijo que jamás sabría que yo era su padre. No existían motivos que me impulsaran a seguir huyendo, no poseía ningún bien que conservar, pero tenía veinticinco años y quería vivir. Quería vivir, prefería arrastrar una vida de impostura con un nombre falso a reivindicar mi propio nombre y afrontar las consecuencias. Sabía que quería vivir, y esa certeza me torturaba como una prueba de mi debilidad, de la indignidad del nieto que mi abuelo no se merecía. (...) Me sentía culpable de querer vivir, y esa culpa absorbía todos mis recuerdos, envilecía mi vida de principio a fin, me convirtió, en la espesa oscuridad de la noche, en un ser despreciable."
"-El fascista que triunfó gracias a la ayuda del Eje aplasta con su bota a un país entero, sembrado de cadáveres, y vosotros le dais la vuelta a cualquier lógica, le bendecís, le apoyáis, no estáis dispuestos a molestarle, ni a él ni a los criminales a quienes protege. Y los españoles seguimos siendo tan gilipollas, tan ingenuos, que nos jugamos la vida todos los días, esperando a que os deis cuenta de que existimos. Pero no, porque para nosotros el mundo no ha cambiado y no cambiará. El mundo no cambia cuando se vive bajo una dictadura. En España, todos los días son el mismo día, pero a vosotros eso os toca los cojones, ¿no?, porque siempre hay un enemigo nuevo, un asesino más odioso, un peligro más urgente. Y siempre podéis decir que la culpa es nuestra, porque la República se echó en los brazos de la Unión Soviética cuando no existía ningún otro lugar en el mundo al que pudiéramos acudir, cuando vosotros nos cerrasteis todas las puertas, cuidando de dejar abiertas de pare en par las que Hitler y Mussolini usaron para ayudar a Franco. Nuestro error fue luchar, intentar vivir, no querer morir. Nos habría ido mejor si hubiéramos muerto. Con medio metro de tierra encima, sí habríamos merecido ser vuestros aliados."
Como este es un espacio para la sinceridad, debo empezar admitiendo que quizás no sea objetiva con Almudena Grandes. "Inés y la alegría" y "El lector de Julio Verne" me abrieron un mundo literario nuevo, en el que no solo disfruto sino que también aprendo, mucho y bonito, sobre un momento histórico crucial en nuestro presente y que tan interesante me parece desde mis tiempos "bachilleres". Para mí, el summum de la experiencia casi religiosa que supone la saga "Episodios de una Guerra Interminable" llegó con el tercer relato, "Las tres bodas de Manolita") (haz click en el título para ver el post), absolutamente insuperable y que, simplemente, nunca podré olvidar. "Los pacientes del doctor García" es una maravillosa continuación, y lo único que le hace sombra es la grandeza del título que le precede.
Para quienes acaben de llegar a los "Episodios de una Guerra Interminable", se trata de una colección de seis novelas, de las cuales ya se han publicado cuatro, ambientadas en la Guerra Civil española y la posguerra. Cada una de ellas aborda un contexto temporal y suceso histórico distintos, creando, en su conjunto, una fotografía amplia, detallada y muy documentada de la guerra y la posguerra en casi toda su extensión y alcance. En "Los pacientes del doctor García" la ciudad protagonista vuelve a ser Madrid, compartiendo localización con Ginebra, Londres, Polonia, Berlín y Buenos Aires. Desde mi punto de vista, y por resumir, se tratan fundamentalmente dos cuestiones históricas.
La primera es la política de castigo y venganza ejercida por el bando franquista, una vez ganada la guerra, contra los republicanos, perdedores de la contienda, y la consecuente huida o cambio de identidad de los mismos en un intento de salvar sus vida. Esta realidad la personifica el doctor García, de nombre Guillermo, un médico recién licenciado, familiar y declaradamente republicano, que tiene la "suerte" de tener un buen paciente y amigo en la alta administración del gobierno republicano, y que le proporciona una identidad falsa. Con el final de la guerra, atrapado en Madrid, Guillermo García se ve obligado a renunciar a su verdadero nombre, a su profesión y a sus pertenencias a cambio de seguir con vida. El fragmento destacado en primer lugar en la apertura del post describe esta dura experiencia, que se alargará durante toda la vida del protagonista mientras continúe la dictadura. A lo largo de los años que vive escondido en su propia ciudad, Guillermo nos relata la insostenible y delirante realidad que, pese a todo, tiene la suerte de vivir, obligado a dejar su casa familiar, a abandonar su barrio, a renunciar a su vocación de médico y emplearse en otro trabajo, a no solicitar el título oficial de Medicina, a llamarse por otro nombre, a contar otra historia, a inventarse dónde luchó en la guerra, a despreciarse por haber sobrevivido en los primeros momentos... una presión que acaba asimilando como natural, y que, leída ahora, produce escalofríos.
La segunda y más relevante cuestión histórica abordada por la novela es la red de evasión de criminales nazis organizada y sostenida por Clara Stauffer, con amparo y colaboración de la dictadura franquista y el gobierno de Perón en Argentina. El segundo fragmento destacado en la apertura lo pronuncia otro protagonista de esta historia, Manuel Arroyo, un agente diplomático del gobierno de la República (paciente del doctor García) que acaba por reconvertirse en espía durante la dictadura, llegando a infiltrarse en la conocida como red Stauffer para desenmascarar el delito que está cometiendo el régimen franquista al proteger y ayudar a criminales de guerra buscados por la justicia internacional. El objetivo es provocar un escándalo entre las naciones democráticas de Occidente para obligarlas a intervenir en España y derrocar al régimen, en lugar de consentirlo como estaban haciendo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La historia de Manuel Arroyo y de su causa nos vuelven a acercar, como ya hiciera "Inés y la alegría" particularmente, a la durísima frustración e impotencia vivida por la administración, ejército y militantes republicanos ante la estratégica indiferencia con que los países aliados ignoran lo que ocurre en España, y las negativas incesantes ante la petición de ayuda para liberar al país y devolverlo a un sistema democrático. La rabia y la desesperación de muchas personas que se jugaron la vida para luchar contra el régimen se plasma con toda su crudeza en las palabras que Manuel dedica a sus homónimos americanos.
Almudena Grandes posee el don de la palabra, y eso queda más que patente en todos estos relatos. Su capacidad descriptiva, de los espacios, las situaciones y las emociones, resulta abrumadora. Las palabras te envuelven, te hacen viajar; te olvidas de que estás leyendo, y tienes la impresión de que ella estaba allí viviendo lo que te está contando, y de que tú lo estás viviendo en ese momento. Con esta maestría, las páginas del libro, pese a ser bastantes, saben a poco. Además, se documenta de forma exhaustiva, y eso también se nota al leer sus libros. La narración está plagado de nombres, de fechas, de sitios, de referencias, de anécdotas, de detalles, que no resultan pesadas, sino todo lo contrario: le dan más realismo, más empaque. Dicho de otra forma: sabe qué quiere contar y cómo lo quiere contar, y eso, aparte de ser digno de agradecer y alabar por el trabajo que conlleva, produce novelas inmensas y pedagógicas como esta. Se publicarán otras dos novelas de la saga, y ya me están tardando.

Como viene siendo habitual, para muestra un botón (o varios):
"La primera noche de mi salvación fue la peor que recordaría en mi vida. Debería haber conciliado el sueño pacífico de los privilegiados, pero no pegué ojo. La imagen de mi abuelo veló mi insomnio para contraponer su soberbia integridad a mi miedo pobre, pequeño, la válvula que gobernaba el instinto de supervivencia que me avergonzaba como un vicio abominable. A oscuras en una cama ajena, Jesucristo crucificado sobre mi cabeza, repasé todo lo que había perdido. Tenía una vocación a la que había renunciado, un buen trabajo al que no podía volver, una casa que ya no me pertenecía, una amante que me había traicionado, un hijo que jamás sabría que yo era su padre. No existían motivos que me impulsaran a seguir huyendo, no poseía ningún bien que conservar, pero tenía veinticinco años y quería vivir. Quería vivir, prefería arrastrar una vida de impostura con un nombre falso a reivindicar mi propio nombre y afrontar las consecuencias. Sabía que quería vivir, y esa certeza me torturaba como una prueba de mi debilidad, de la indignidad del nieto que mi abuelo no se merecía. (...) Me sentía culpable de querer vivir, y esa culpa absorbía todos mis recuerdos, envilecía mi vida de principio a fin, me convirtió, en la espesa oscuridad de la noche, en un ser despreciable."
"-El fascista que triunfó gracias a la ayuda del Eje aplasta con su bota a un país entero, sembrado de cadáveres, y vosotros le dais la vuelta a cualquier lógica, le bendecís, le apoyáis, no estáis dispuestos a molestarle, ni a él ni a los criminales a quienes protege. Y los españoles seguimos siendo tan gilipollas, tan ingenuos, que nos jugamos la vida todos los días, esperando a que os deis cuenta de que existimos. Pero no, porque para nosotros el mundo no ha cambiado y no cambiará. El mundo no cambia cuando se vive bajo una dictadura. En España, todos los días son el mismo día, pero a vosotros eso os toca los cojones, ¿no?, porque siempre hay un enemigo nuevo, un asesino más odioso, un peligro más urgente. Y siempre podéis decir que la culpa es nuestra, porque la República se echó en los brazos de la Unión Soviética cuando no existía ningún otro lugar en el mundo al que pudiéramos acudir, cuando vosotros nos cerrasteis todas las puertas, cuidando de dejar abiertas de pare en par las que Hitler y Mussolini usaron para ayudar a Franco. Nuestro error fue luchar, intentar vivir, no querer morir. Nos habría ido mejor si hubiéramos muerto. Con medio metro de tierra encima, sí habríamos merecido ser vuestros aliados."
Como este es un espacio para la sinceridad, debo empezar admitiendo que quizás no sea objetiva con Almudena Grandes. "Inés y la alegría" y "El lector de Julio Verne" me abrieron un mundo literario nuevo, en el que no solo disfruto sino que también aprendo, mucho y bonito, sobre un momento histórico crucial en nuestro presente y que tan interesante me parece desde mis tiempos "bachilleres". Para mí, el summum de la experiencia casi religiosa que supone la saga "Episodios de una Guerra Interminable" llegó con el tercer relato, "Las tres bodas de Manolita") (haz click en el título para ver el post), absolutamente insuperable y que, simplemente, nunca podré olvidar. "Los pacientes del doctor García" es una maravillosa continuación, y lo único que le hace sombra es la grandeza del título que le precede.
Para quienes acaben de llegar a los "Episodios de una Guerra Interminable", se trata de una colección de seis novelas, de las cuales ya se han publicado cuatro, ambientadas en la Guerra Civil española y la posguerra. Cada una de ellas aborda un contexto temporal y suceso histórico distintos, creando, en su conjunto, una fotografía amplia, detallada y muy documentada de la guerra y la posguerra en casi toda su extensión y alcance. En "Los pacientes del doctor García" la ciudad protagonista vuelve a ser Madrid, compartiendo localización con Ginebra, Londres, Polonia, Berlín y Buenos Aires. Desde mi punto de vista, y por resumir, se tratan fundamentalmente dos cuestiones históricas.
La primera es la política de castigo y venganza ejercida por el bando franquista, una vez ganada la guerra, contra los republicanos, perdedores de la contienda, y la consecuente huida o cambio de identidad de los mismos en un intento de salvar sus vida. Esta realidad la personifica el doctor García, de nombre Guillermo, un médico recién licenciado, familiar y declaradamente republicano, que tiene la "suerte" de tener un buen paciente y amigo en la alta administración del gobierno republicano, y que le proporciona una identidad falsa. Con el final de la guerra, atrapado en Madrid, Guillermo García se ve obligado a renunciar a su verdadero nombre, a su profesión y a sus pertenencias a cambio de seguir con vida. El fragmento destacado en primer lugar en la apertura del post describe esta dura experiencia, que se alargará durante toda la vida del protagonista mientras continúe la dictadura. A lo largo de los años que vive escondido en su propia ciudad, Guillermo nos relata la insostenible y delirante realidad que, pese a todo, tiene la suerte de vivir, obligado a dejar su casa familiar, a abandonar su barrio, a renunciar a su vocación de médico y emplearse en otro trabajo, a no solicitar el título oficial de Medicina, a llamarse por otro nombre, a contar otra historia, a inventarse dónde luchó en la guerra, a despreciarse por haber sobrevivido en los primeros momentos... una presión que acaba asimilando como natural, y que, leída ahora, produce escalofríos.
La segunda y más relevante cuestión histórica abordada por la novela es la red de evasión de criminales nazis organizada y sostenida por Clara Stauffer, con amparo y colaboración de la dictadura franquista y el gobierno de Perón en Argentina. El segundo fragmento destacado en la apertura lo pronuncia otro protagonista de esta historia, Manuel Arroyo, un agente diplomático del gobierno de la República (paciente del doctor García) que acaba por reconvertirse en espía durante la dictadura, llegando a infiltrarse en la conocida como red Stauffer para desenmascarar el delito que está cometiendo el régimen franquista al proteger y ayudar a criminales de guerra buscados por la justicia internacional. El objetivo es provocar un escándalo entre las naciones democráticas de Occidente para obligarlas a intervenir en España y derrocar al régimen, en lugar de consentirlo como estaban haciendo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La historia de Manuel Arroyo y de su causa nos vuelven a acercar, como ya hiciera "Inés y la alegría" particularmente, a la durísima frustración e impotencia vivida por la administración, ejército y militantes republicanos ante la estratégica indiferencia con que los países aliados ignoran lo que ocurre en España, y las negativas incesantes ante la petición de ayuda para liberar al país y devolverlo a un sistema democrático. La rabia y la desesperación de muchas personas que se jugaron la vida para luchar contra el régimen se plasma con toda su crudeza en las palabras que Manuel dedica a sus homónimos americanos.
Almudena Grandes posee el don de la palabra, y eso queda más que patente en todos estos relatos. Su capacidad descriptiva, de los espacios, las situaciones y las emociones, resulta abrumadora. Las palabras te envuelven, te hacen viajar; te olvidas de que estás leyendo, y tienes la impresión de que ella estaba allí viviendo lo que te está contando, y de que tú lo estás viviendo en ese momento. Con esta maestría, las páginas del libro, pese a ser bastantes, saben a poco. Además, se documenta de forma exhaustiva, y eso también se nota al leer sus libros. La narración está plagado de nombres, de fechas, de sitios, de referencias, de anécdotas, de detalles, que no resultan pesadas, sino todo lo contrario: le dan más realismo, más empaque. Dicho de otra forma: sabe qué quiere contar y cómo lo quiere contar, y eso, aparte de ser digno de agradecer y alabar por el trabajo que conlleva, produce novelas inmensas y pedagógicas como esta. Se publicarán otras dos novelas de la saga, y ya me están tardando.
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