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miércoles, 16 de abril de 2014

"El club de los poetas muertos", N.H. Kleinbaum



Mi interés por conocer esta historia surgió cuando leí un precioso librito titulado “Días de Reyes Magos”, del autor Emilio Pascual, del que se ha extraído la frase cabecera de este blog . Esta obra fue de lectura obligada durante el curso de Bachillerato, y en ella descubría un conmovedor relato que servía como conducto para hacer un tributo a grandes obras de la literatura. Entre otras, se hacía referencia a “El club de los Poetas Muertos”, y el mero título, tan enigmático y cautivador, captó inmediatamente mi atención. Ahora he tenido la oportunidad de leer este relato y no ha sido en absoluto decepcionante.

Nos situamos a finales de la década de los 50, en Vermont, Estados Unidos. Un nuevo curso se inicia en el colegio Welton, una institución que solo admite a chicos entre sus estudiantes. El método pedagógico de la escuela se basa en cuatro pilares: la tradición, el honor, la disciplina y la excelencia. El resultado de semejante declaración de intenciones es un colegio exageradamente estricto y uniformador, que además carga a los alumnos con una cantidad de trabajo inacabable para prepararlos para las mejores universidades del país. Los alumnos de Welton proceden de familias ricas en su mayoría, pero también de familias de clase media que vuelcan todas sus esperanzas para el futuro de sus hijos en el prestigio del colegio. Estos chicos tienen el futuro escrito por las decisiones que han tomado sus padres en relación a su educación, y poco tienen que decir en cuanto a qué quieren dedicar el resto de sus vidas. Sin embargo, esta falsa calma se va a ver interrumpida con la llegada de un innovador maestro, el profesor John Keating, del departamento de Letras y antiguo alumno del colegio Welton. El profesor Keating es un educador poco ortodoxo, que rompe la disciplina y la sobriedad del colegio con clases magistrales sobre la utilidad de la poesía y el sentido de la vida. Se acerca de forma personal a sus alumnos, conociéndoles, y trata de sacar lo mejor de ellos para convertirlos en lo que, según él, todo ser humano debe soñar con ser: personas libres y pensantes.

El Club de los Poetas Muertos se trataba de una agrupación clandestina de personas amantes de la literatura y la vida, y que deseaban alejarse de la perspectiva de Welton. El profesor Keating fue uno de sus miembros en sus años de estudiante, un hecho que uno de los alumnos descubre. Junto con otros compañeros, deciden reabrir el club, como un acto de rebeldía contra el esforzado control que la dirección del colegio trata de hacer de todas las actividades de sus alumnos. Se reúnen de forma espontánea en una cueva del bosque cercano a los terrenos del colegio, y simplemente dan rienda suelta a sus ganas de hablar, de leer poesía y de planear sus pequeñas travesuras fuera del colegio. El nombre se debe a que recorren aleatoriamente las obras de diferentes autores ya desaparecidos. 

El mensaje que lanza el profesor Keating es realmente conmovedor, e inspira más allá de lo imaginable. No es que sea algo nuevo, al fin y al cabo el lema “carpe diem” tiene una larga tradición en la literatura, pero en el contexto en que se inscribe resulta un soplo de aire tan fresco que remueve todo lo conocido. Resulta absolutamente escalofriante el verso con el que los Poetas Muertos abren cada sesión de su club:

Me fui a los bosques porque quería vivir sin prisa.
Quería vivir intensamente y sorberle todo su jugo a la vida.
Abandonar todo lo que no era la vida, para no descubrir,
en el momento de mi muerte, que no había vivido. (H.D.Thoreau)

Keating trata de enseñar a sus alumnos que, ante todo, se debe ser fiel a uno mismo, que deben hacer el esfuerzo de conocerse, y que perseguir la felicidad es lo más importante. Frente a este ideal tan romántico, se erige la realidad, compuesta por unos padres inflexibles en la mayoría de los casos, un país creciente económicamente y una sociedad que valora el éxito y el estatus social como mejor expresión de la persona, además de unos profesores cómodos con el método rígido del que presume el colegio. Y aunque el mensaje de los románticos es valioso y las intenciones del profesor son sinceras, la realidad siempre gana, y el resultado es un final sorprendente y trágico, acorde con las mejores historias de la literatura romántica. Como nunca es mi interés desvelar la esencia de la historia, no profundizaré en este aspecto, como hago habitualmente.


El libro está lleno de frases y reflexiones que dejan huella, de esas que valen la pena anotar en una libreta. Es un libro muy ameno y muy, muy fácil de leer. Apenas pasa de las 100 páginas, así que los más rápidos lo leerán en un suspiro. Personalmente me parece un libro diferente, que aporta mucho como lector y como persona. Antes de sumergirse en las grandes épicas de la nueva literatura, échenle un vistazo a este pequeño relato, y tal vez su visión de la vida no vuelva a ser la de siempre. 

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