SINOPSIS:
Convertido en emperador de Brasil a los
veintitrés años, Pedro I marcó con su huella la historia de dos continentes.
Desmedido y contradictorio, las mujeres fueron su salvación y su perdición:
mientras su esposa, la virtuosa Leopoldina de Austria, lo llevó a la cumbre, su
amante, la ardiente Domitila de Castro, lo arrastró a la decadencia. Cuando el
inmenso Brasil se le hizo pequeño y el poder dejó de interesarle, puso su vida
en juego por aquello que creía justo. Y alcanzó la gloria.
Con la belleza exuberante del trópico como telón de fondo, Javier Moro narra con pasión por el detalle la prodigiosa epopeya del nacimiento del mayor país de Sudamérica.
Con la belleza exuberante del trópico como telón de fondo, Javier Moro narra con pasión por el detalle la prodigiosa epopeya del nacimiento del mayor país de Sudamérica.
Esta es la primera novela
histórica que cae en mis manos cuyo protagonista no es un país o suceso europeo.
En este sentido, fue una novedad a agradecer, ya que amplía nuestros horizontes
y sirve para recordarnos que no solo Gran Bretaña, Estados Unidos o cualquier
otro país occidental tienen una gran historia como nación. En este caso, el foco de atención se fija
sobre Brasil, el país más extenso en Sudamérica y con posibilidades económicas
más boyantes. Dejando a un lado la samba, sus magníficas playas, el carnaval de
Río y las desgraciadamente aún presentes favelas, poco sabemos, la mayoría, de
este país tan exuberante del trópico. A todos aquellos deseosos de sumergirse
en el pasado de un territorio que, probablemente, jugará un papel importante en
el futuro, esta es una magnífica novela para ilustrarse.
Los habitantes del
territorio después denominado Brasil (descubrimos la procedencia de este nombre
en las primeras páginas del libro) fueron despojados de su tranquilidad y
anonimato con la llegada del portugués Pedro Alvares Cabral a sus costas en el
año 1500. Pasó a ser una de las colonias más importantes del imperio portugués,
ya que, rica en piedras preciosas, fue un pilar fundamental en el sustento de
la economía, la actividad militar y la monarquía del reino de Portugal, de la
misma forma en que Centroamérica lo fue para el imperio español. La monarquía
absoluta gobierna a sus anchas en gran parte de Europa, incluido Portugal,
hasta que la irrupción en escena de un militar llamado Napoleón Bonaparte hace
temblar a los déspotas monarcas. Tras la usurpación de la corona española por
parte del francés, la familia real portuguesa, con el rey Juan VI a la cabeza,
se hace plenamente consciente de que su cetro será el siguiente en la lista del
liberal Bonaparte. El rey Juan, ante la inminente llegada de las tropas de
Napoleón a Lisboa, opta por salvar a la monarquía poniendo océano de por medio
entre él y Bonaparte. Embarca con su familia en un navío que los llevará a la
colonia de Brasil, seguidos de cerca por gran parte de la aristocracia
portuguesa. Ese día marcará un punto de inflexión en la historia del territorio
brasileño. Sin embargo, el “tú” del título no hace referencia al rey exiliado
Juan VI, sino a su hijo y heredero Pedro que, junto a su esposa Leopoldina de
Austria, marcará con sus para nada tradicionales ideas y sus arriesgadas
acciones políticas la historia de su Brasil de adopción y su Portugal de
nacimiento. Son estos dos inusuales y
sorprendentes, por ser reales, personajes los que llevarán la voz cantante en
gran parte de la historia. Ambos de personalidades arrolladoras, conocer su
vida y su forma de pensar fue motivo suficiente para leer el libro.
La novela, ganadora del
premio Planeta en la edición del año 2012, es rica en descripciones de diversas
ciudades de Brasil, de los palacios de la familia real, del paisaje brasileño,
de las intrigas políticas previas y posteriores a la independencia,etc. Los
diálogos son breves; casi toda la acción está contada por la voz del narrador.
Pocas veces los personajes dicen de viva voz lo que piensan o sienten, ya que
el vehículo fundamental es la 3º persona. La historia está contada al mínimo
detalle y hay poco espacio para la imaginación, algo que, aunque es de esperar
tratándose de una historia real, se convierte en agotador en algunos momentos,
ya que, más que de una novela, parece constituir un tratado de historia. En ese
sentido, el autor cae en la repetición en alguna ocasión, al repetir hasta la
saciedad vivencias o rasgos de la personalidad de los protagonistas. Un defecto
al estilo del que apuntábamos en “Los asesinos del emperador”. Aparte de este
apunte, es una novela fácil de seguir, con un ritmo constante, sin aumentos
exponenciales ni profundas caídas en el interés del lector.
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