El próximo martes celebramos el Día de San Valentín o Día de los Enamorados, y aprovechamos la ocasión para volver a recordar novelas que nos han deleitado con una gran historia de amor y fragmentos únicos para describirla. ¿Qué historia de amor literaria lleváis en la memoria? ¿Cuál es esa frase que no podéis olvidar? Como siempre, ¡esperamos vuestras aportaciones!
¡Qué dulce no será la posesión del ser amado, cuando la sola sombra del amor es tan rica en los deleites!
"Romeo y Julieta", William Shakespeare

"Psique reanimada por el beso del Amor", Antonio Canova
¿El
Día de San Valentín se lo habrá inventado El Corte Inglés? Pues…tampoco es eso.
¿Acaso no es bonito y saludable celebrar el amor y el cariño? Sí, hay que
alimentarlo y cuidarlo todos los días, pero como todo en esta vida. ¿Por qué no
dedicarle una celebración? Desde luego, es una cuestión de suficiente
importancia como para reservarle nuestra atención durante 24 horas: el amor nos
hace iguales pues todos hemos amado y todos hemos deseado no amar alguna vez.
Se habla menos de amor de lo que deberíamos; quizá el mundo fuese un sitio un
poco mejor si hablásemos más de amor y menos de otras cosas. Así que, ¡celebrémoslo!
¿El
regalo de San Valentín se lo ha inventado El Corte Inglés? Pues eso seguro. Así
que no nos confundamos. Celebrar no es sinónimo de lanzarse a regalar. Si
uno/una no puede permitírselo o le agobian las compras de este tipo, ¿qué
importa? No hace falta dinero ni para decir “te quiero” ni para demostrarlo.
Pero,
bueno, vamos a ser optimistas, y pensar que aquellos/as que sí quieran tener
algún detalle, tendrán la suerte de poder afrontarlo (sé que es mucho suponer
para los tiempos que corren pero hoy me permito el lujo de soñar…). Para ellos,
y para los que no sepan qué regalar, seguid leyendo. ¡Tenemos varias historias
que contar!
Decíamos
que al amor nos hace iguales. Es un tema universal y permanente, al menos
mientras no tengamos relaciones con robots… La literatura lo ha tratado y lo
trata desde todas sus perspectivas y vertientes, y son muchas las grandes
historias de amor que han nacido entre páginas y que forman parte de nuestra
cultura colectiva.
Como
no pretendo ni puedo repasar el papel del amor en la literatura, me voy a limitar
a mencionar las novelas que más me han emocionado en este sentido. Todas ellas
contienen una historia de amor inolvidable, no necesariamente protagonista, y
fragmentos irrepetiblemente bellos que he anotado, con total seguridad, en más
de una libreta. Nada como las palabras acertadas pueden expresar un sentimiento
con mayor emoción. Pero como no todos somos Shakespeare, ya sabemos qué podemos
hacer: decirlo con un libro. Encontrad el vuestro… ¡y qué viva el amor!
-¿Te marchas,
Jane?
-Me marcho,
señor.
-¿Me abandonas?
-Sí.
-¿No te quedas
conmigo? ¿Ya no serás mi consuelo y mi salvación? ¿Es que mi profundo amor, mi
turbulenta pesadumbre y mis frenéticas oraciones no significan nada para ti?
¡Qué indecible
patetismo transmitía su voz! Qué difícil me fue reiterar con firmeza.
-Me marcho.
-¡Jane!
-¡Señor
Rochester!
-Retírate,
entonces; te doy mi consentimiento. Pero recuerda que me dejas angustiado. Sube
a tu habitación y piensa en todo lo que te he dicho, Jane, y ten presentes mis
sufrimientos; piensa en mí.
El señor
Rochester dio media vuelta y se tumbó boca abajo en el sofá.
-¡Oh, Jane! ¡Mi
esperanza, mi amor, mi vida! – fueron las consternadas palabras que brotaron de
sus labios.
2. “Los
pilares de la Tierra”, Ken Follett
Aliena contempló
aquel rostro juvenil que mostraba una expresión tan honda de preocupación y
ternura. Y recordó el motivo que la indujo a apartarse de todo el mundo y a
buscar allí la soledad. Ansiaba besarlo, y vio el mismo anhelo en la mirada de
él. Todas las fibras de su ser la impulsaban hacia sus brazos. Pero ella sabía
lo que tenía que hacer.
-Creo que voy a
casarme con Alfred – dijo, en lugar de gritarle: “Te amo como un torbellino, como
un león, como una furia irreprimible”.
Jack la miró.
Estaba anonadado. Su expresión era triste, con una tristeza remota y
discerniente que no respondía a sus años. A Aliena le pareció que iba a romper
a llorar. Pero no lo hizo. Leyó furia en sus ojos. Abrió la boca para decir
algo, cambió de idea, vació y finalmente habló.
-Más te hubiera
valido saltar del triforio –murmuró en un tono de voz tan glacial como el
viento del norte.
Dio media vuelta
y entró de nuevo en el monasterio.
“Lo he perdido
para siempre”, se dijo Aliena. Y sintió como si el corazón se le fuera a
romper.
Dudaba que
Tiles fuera algún día un lugar gratamente recordado por su mente. Dudaba que
Tiles permaneciera engarzado en su corazón como la piedra preciosa de un
anillo. En su caso, los buenos momentos vividos junto a Brianda nunca
conseguirían eclipsar los malos, ni siquiera ocultarlos tras una ligera bruma
de resignada melancolía.
Su ira nunca
desaparecería.
Alerta,
prestaría atención cada día a cualquier señal de que el alma de su amada no lo
había abandonado por completo.
Una ráfaga de
aire sobre la hierba. Un crujido a su lado. Un escalofrío. Un susurro en la
noche. Una rama golpeando la ventana…
Y maldeciría
todos los días de su vida, allí donde estuviera, porque su cuerpo mortal
tuviera que vivir sin ella.
4. “Emma”,
Jane Austen
-No soy capaz de
hacer frases, Emma – continuó enseguida; y con un tono de sincera, decidida y
razonada ternura añadió-: Si te quisiera menos, quizá fuera más capaz de
hablar. Pero ya sabes cómo soy. No oirás de mí más que la verdad. Te he reñido
y te he sermoneado, y lo has llevado como ninguna otra mujer en Inglaterra lo
hubiera hecho. Soporta las verdades que voy a decir ahora, Emma, querida, como
hiciste con todo lo demás. Mis modales serán probablemente tan poco recomendables
como siempre. Dios sabe que he sido un desastre como enamorado. Pero tú me
entiendes. Sí, ves, tú entiendes mis sentimientos, y tratarás de
corresponderlos si te es posible. De momento solo pido oír tu voz, oírla una
vez.
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