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domingo, 29 de diciembre de 2013

"En el país de la nube blanca", Sarah Lark

Hola, amig*s!! Después de tres meses sin rastro de las autoras, aquí os dejo una nueva opinión. Tendréis que disculpar el retraso de esta estudiante a la que no le llegan las horas del día y que solo lee y escribe por placer. Disfrutad y dejad vuestros comentarios!!





Este verano decidí regalarle a mi madre un libro por su cumpleaños. Como no tenía ninguna idea clara, eché un vistazo en blogs y foros y, abrumada por las excelentes críticas que le prodigaban en todas partes, finalmente escogí este libro, obra de una autora alemana que publica sus obras bajo el seudónimo de Sarah Lark.
La historia comienza a desarrollarse en la Inglaterra de mediados del siglo XIX, con dos protagonistas muy diferentes entre sí. En Londres reside la recta y disciplinada Helen, personificación de la moral recatada y muy poco aficionada a los escándalos de la época, que se gana la vida como institutriz en la casa de un próspero comerciante, educando a los dos hijos de este y manteniendo con su sueldo a su perezoso hermano. En Powys, en la bella región de Gales, vive Gwyneira, la hija menor de un lord y una lady al más puro estilo británico, emparentados con la vieja nobleza, dueños de una considerable extensión de tierras y pastos en la que desarrollan su negocio, muy habitual en esa zona: la cría de ovejas. Lo que se viene conociendo por el afectado nombre de "gentlemanfarmer". Gwyneira, más joven que Helen, es la antítesis de esta: activa, curiosa, con ansias de aventura y de comerse el mundo. El punto de partida de la historia es la irrupción del matrimonio en la vida de ambas mujeres. Helen, que con sus veintipico años y su inexistente dote ya sería considerada una solterona con muy pocas posibilidades de encontrar un marido aceptable, decide responder a la muy poco habitual solicitud que lee en el periódico parroquial: colonos residentes en Nueva Zelanda buscan esposa en su vieja patria, dado el escaso número de mujeres occidentales y solteras que poblaban aquel país. Consciente de su situación, y desesperada ante el deseo de formar su propia familia, viendo cómo el tiempo de llevar a cabo ese propósito pasaba de largo, decide unirse al “programa” de matrimonio y rezar para que respondiera a sus misivas un hombre bueno y decente. Eso sí, no da un solo paso sin antes contar con el visto bueno y la garantía por parte de la parroquia de que todo el proceso se haría en la más estricta decencia y moral cristiana. Gwyneira por su parte, que no había dedicado ni un minuto de su tiempo a pensar en el matrimonio, puesto que para eso ya se bastaban sus propios padres, se encuentra que, de la noche a la mañana, su padre ha prometido su mano al hijo de un importante “barón de la lana” de procedencia inglesa y residente en Nueva Zelanda, cuyo padre se encontraba en casa de los Silkham, familia de Gwyneira, realizando una compra de animales para su propia granja. Este, Gerard Warden, impresionado por la belleza, animosidad e inteligencia de la joven, decide jugarse a las cartas la mano de la muchacha para ofrecer a su hijo, que tampoco parece preocuparse demasiado por la cuestión matrimonial, un casamiento ventajoso con una joven de buena familia inglesa. Puesto que Helen recibe contestación de un tal Howard O´Keefe que parece arder en deseos de casarse con ella y que Gwyneira decide aceptar la solicitud de matrimonio con Lucas Warden, ambas se embarcarán en el Dublin, que las habrá de llevar hacia la desconocida tierra de Nueva Zelanda. En el barco, ambas mujeres se conocen y, unidas por la similitud de destinos, forjan una amistad que las acompañará a lo largo de toda su vida.
A medida que avanzaba en su lectura, sentía que las maravillosas opiniones que había leído sobre el libro comenzaban a pesar sobre mí, y una vez que llegué al punto final, cosa que no me resultó precisamente fácil, confirmé lo que venía sintiendo durante la lectura: no es, desde luego, lo que me esperaba. En conjunto, la historia resulta entretenida, si se ve con la suficiente perspectiva. Si bien tiene aspectos positivos, como las descripciones del impresionante paisaje neozelandés (que, aun así, me parecen poco precisas en muchos casos), que invitan a visitar el país, o los diálogos trepidantes, me resultó bastante costoso avanzar en la lectura. En la mayoría de las veces, me pareció demasiado lento, con poco ritmo, como si la historia se desarrollase a trompicones. Hay puntos de máxima “tensión” que invitan a seguir leyendo pero, personalmente, fueron más los momentos de pesadez que de emoción. Básicamente, siento que la historia consigue por instantes captar nuestra atención, pero nunca llega a sorprenderme. Quizá las obras maestras de Ken Follett hayan dejado una impronta tan potente en mi cabeza que cualquier historia de cierto carácter épico e histórico, como es este caso, resuena a vacío al comparla con las de este gran autor. Es como si estuviese todo visto, pero a un nivel muy inferior: la heroína, el héroe, el villano, la víctima, la gran historia de amor… Suena a canción ya conocida, pero sin el dominio literario ni la magnificencia de otras grandes historias. Evidentemente, se trata de una opinión muy personal que, además, estará influida, como digo, por los libros que cada uno haya leído con anterioridad  porque, sin duda, determinan lo que uno espera de las historias. Es lo malo de los libros de Ken Follett: todo lo demás sabe a poco.

Creo que es un libro que puede gustar a todos los que sean aficionados a las historias de amor-aventuras, y especialmente si os atraen las protagonistas femeninas, que siempre dan mucho juego en este tipo de historias. Es un libro adecuado para descansar la cabeza, si se busca algo medianamente entretenido pero no de una dificultad alta. También puede resultar interesante para quien le apetezca empezar una saga de este estilo, ya que es el primero de tres libros. Visto el resultado de este, y que las críticas de los otros dos eran bastante peores que la de este primer tomo, no sé si tendré ganas de afrontar la lectura de los otros dos en algún momento. Quizá, como en muchas otras ocasiones, acabe ganando la mera curiosidad por saber por dónde continuará la historia. 

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