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viernes, 2 de febrero de 2018

"Los pacientes del doctor García", Almudena Grandes

Después de muchos meses de sequía "bloguera" y de un 2017 con pocas pero intensas historias, inauguramos la temporada 2018 con una novela a la altura de las circunstancias: la cuarta entrega de los "Episodios de una Guerra Interminable" de Almudena Grandes, "Los pacientes del doctor García". ¡Seguid leyendo para saber más de una autora imprescindible!

Valoración: En este blog, Almudena Grandes tiene su propia escala de evaluación, porque se saldría siempre de las tablas. Este caso se aproxima de nuevo a la perfección, pero sus propios precedentes le hacen mucho la competencia. 
Te gustará si...: te interesa aprender Historia (que tanta falta hace) como si te leyesen un cuento... con un estilo y una expresividad inimitables en los manuales.
No te gustará si...:  evitas relatos con enjundia.


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Como viene siendo habitual, para muestra un botón (o varios):

"La primera noche de mi salvación fue la peor que recordaría en mi vida. Debería haber conciliado el sueño pacífico de los privilegiados, pero no pegué ojo. La imagen de mi abuelo veló mi insomnio para contraponer su soberbia integridad a mi miedo pobre, pequeño, la válvula que gobernaba el instinto de supervivencia que me avergonzaba como un vicio abominable. A oscuras en una cama ajena, Jesucristo crucificado sobre mi cabeza, repasé todo lo que había perdido. Tenía una vocación a la que había renunciado, un buen trabajo al que no podía volver, una casa que ya no me pertenecía, una amante que me había traicionado, un hijo que jamás sabría que yo era su padre. No existían motivos que me impulsaran a seguir huyendo, no poseía ningún bien que conservar, pero tenía veinticinco años y quería vivir. Quería vivir, prefería arrastrar una vida de impostura con un nombre falso a reivindicar mi propio nombre y afrontar las consecuencias. Sabía que quería vivir, y esa certeza me torturaba como una prueba de mi debilidad, de la indignidad del nieto que mi abuelo no se merecía. (...) Me sentía culpable de querer vivir, y esa culpa absorbía todos mis recuerdos, envilecía mi vida de principio a fin, me convirtió, en la espesa oscuridad de la noche, en un ser despreciable."

"-El fascista que triunfó gracias a la ayuda del Eje aplasta con su bota a un país entero, sembrado de cadáveres, y vosotros le dais la vuelta a cualquier lógica, le bendecís, le apoyáis, no estáis dispuestos a molestarle, ni a él ni a los criminales a quienes protege. Y los españoles seguimos siendo tan gilipollas, tan ingenuos, que nos jugamos la vida todos los días, esperando a que os deis cuenta de que existimos. Pero no, porque para nosotros el mundo no ha cambiado y no cambiará. El mundo no cambia cuando se vive bajo una dictadura. En España, todos los días son el mismo día, pero a vosotros eso os toca los cojones, ¿no?, porque siempre hay un enemigo nuevo, un asesino más odioso, un peligro más urgente. Y siempre podéis decir que la culpa es nuestra, porque la República se echó en los brazos de la Unión Soviética cuando no existía ningún otro lugar en el mundo al que pudiéramos acudir, cuando vosotros nos cerrasteis todas las puertas, cuidando de dejar abiertas de pare en par las que Hitler y Mussolini usaron para ayudar a Franco. Nuestro error fue luchar, intentar vivir, no querer morir. Nos habría ido mejor si hubiéramos muerto. Con medio metro de tierra encima, sí habríamos merecido ser vuestros aliados."