Hace un par de meses, fue
protagonista de este blog la primera novela de J.K. Rowling que nacía
completamente desvinculada de la serie de Harry Potter. Como ya comenté
entonces, todo lo que escriba esta mujer tiene, por derecho, un interés
intrínseco para mí. En estas últimas semanas, me he dedicado a leer su última
obra, publicada bajo un seudónimo masculino, el de Robert Galbraith. Como probablemente
muchos ya sabrán, la intención de la autora al escribir y publicar bajo un
nombre falso era comprobar la acogida de los lectores y la crítica a su obra,
dejando a un lado el peso que su nombre y los éxitos del pasado pudiesen tener
sobre ella. Desafortunadamente su estrategia salió a la luz, y no tardó en ser
de dominio público quién era la auténtica autora. Después de haber leído el
libro, le diría a Rowling que publique tranquilamente con su nombre, porque ha
demostrado ser una autora más que solvente, tener capacidad literaria
suficiente para un buen rato y que ya forma parte de los autores habituales de
muchos de nosotros.
Esta autora parece querer
atreverse con todo, y parece que todo le va saliendo bien. Su anterior novela, “The
casual vacancy”, era un relato realista y contundente de las luchas internas
entre los vecinos de una pequeña ciudad. En esta ocasión, en “The cuckoo´s
calling”, nos adentramos en una novela negra repleta de elementos interesantes.
El relato comienza con la muerte
de Lula Landry, una joven supermodelo británica, que se precipita desde el
balcón de su piso, localizado en el exclusivo barrio londinense de Mayfair, una
fría noche de enero. La investigación policial concluye que se trata de un
suicidio, dado que no se encuentran evidencias de ningún asesinato. Esta hipótesis
se sustentaba en que la joven padecía trastornos mentales y que en el pasado había
tonteado con las drogas, unos hechos que alimentaban la teoría de un desequilibrio
emocional que la había llevado a quitarse la vida. Tres meses más tarde, sin
embargo, su hermano adoptivo, John Bristow, insatisfecho con los resultados de
la investigación, decide contratar los servicios de un detective privado,
Cormoran Strike, para que encuentre al asesino de su hermana, convencido de que
esta no se suicidó y que alguien la empujó desde el balcón de su casa.
Rowling (vamos a dejar el
seudónimo, ya desenmascarado, a un lado) ha elaborado unos personajes
convincentes y muy bien definidos. El primer gran protagonista, el detective
Strike, es, sin duda, mi preferido. Se trata de un hombre de unos 35 años que
no está pasando por su mejor momento, ni personal ni profesional. Era un
militar del grupo especial de investigación, que pierde parte de la pierna derecha
en una explosión. Aunque es condecorado, acaba abandonando el cuerpo y decide
poner en marcha un negocio que le permite aprovechar todos los conocimientos y
los métodos que había aprendido en su trabajo en el ejército, convirtiéndose en
detective privado. Sin embargo, la carga de trabajo no es suficiente para poder
vivir holgadamente y las deudas empiezan a acumularse. Por si fuese poco, la
relación sentimental que mantenía con Charlotte, su novia desde la universidad,
termina definitivamente. Y digo “definitivamente” porque, como él mismo nos
cuenta, se trataba de una relación tormentosa que ya habían roto y vuelto a
arreglar un sinfín de veces. Su prometida parece tratarse de una mujer
caprichosa y manipuladora, con un patológico deseo de venganza contra todo
aquel que le cause el menor daño, razón por la que Strike teme las
consecuencias de su ruptura. Al dejar la casa que ambos compartían, se
encuentra viviendo en su oficina, durmiendo en un saco de dormir y duchándose
en las dependencias de la Universidad más cercana. Es un personaje que se hace
querer, pues es una buena persona con muy mala suerte. La llegada de Bristow se
anuncia como una bendición para sus desequilibradas finanzas, al tratarse de un
cliente aparentemente rico y con buena disposición a la hora de pagar sus
facturas, al contrario que la mayoría de las personas a las que Strike presta
sus servicios. En un principio, sin embargo, no ve con buenos ojos aceptar el
caso, al considerar que Bristow se negaba a aceptar la realidad y que estaba
sumido en un pozo de teorías sobre el asesinato de su hermana, sin pruebas
convincentes y en contra de la opinión unánime de la policía. Al mostrar su
rechazo inicial, Bristow sufre una ataque de cólera que lleva a Strike a replantearse
su primera impresión, al ver en él la furia de un hombre perfectamente cuerdo e
incomprendido por todos los que lo rodean, con lo que decide aceptar el caso.
Además, Bristow era el hermano adoptivo de un viejo amigo de Strike del
colegio, Charlie, que había fallecido en un accidente a los nueve años. Al ver
a Bristow tan despojado de todos sus seres queridos, Strike reabre la
investigación de la muerte de la joven modelo.
Strike no se encuentra
complemente solo en su trabajo con la llegada de una nueva secretaria temporal,
Robin, una chica espabilada y sumamente eficiente, que ve cumplido un secreto
sueño de la infancia cuando entra a trabajar para un detective privado. Robin
presta una valiosa ayuda a Strike en su investigación, localizando personas y
lugares con los métodos más imaginativos que se le ocurren. Su enorme discreción,
además, al dejar cuidadosamente a un lado el hecho de que su jefe vive en la
oficina o al no agobiarlo con preguntas sobre su famoso padre cantante (otro
rocambolesco hecho que se suma a la pintoresca historia personal de Strike)
hace que enseguida se granjee el respeto y la admiración de Strike.
Personalmente me parece uno de los aspectos más emotivos de la historia, pues
vemos cómo Strike, que parecía contentarse con sí mismo, confía en una nueva
persona.
Londres es sin duda otra de las
grandes protagonistas de la historia. Conocemos los nombres de las calles, los
pubs, las estaciones de metro o las áreas comerciales por las que los
personajes se mueven. Se la describe como una ciudad ruidosa, animada, siempre
despierta, que contribuye con su ritmo al espíritu inquieto de la historia. Es
un punto divertido, ya que aprendemos cuáles son los barrios marginales y
cuáles los glamurosos, o qué restaurantes no debemos visitar sin una buena
vestimenta y una visa oro.
El estilo de la novela es muy
ágil, con largos diálogos, resultado de los interrogatorios a los que Strike
somete a los diferentes conocidos de Lula Landry. Está plagado de ese humor
británico tan personal, cargado de ironía y sarcasmo, que puede llegar a ser
realmente divertido en boca de personajes tan fascinantes como Strike, y más si
se lee en versión original como ha sido en este caso. Los momentos de tensión
también son abundantes. La investigación es frenética, siempre estamos
descubriendo algo nuevo sobre la vida de la modelo y la gente que la rodeaba. Y
la vida personal de Strike no es menos tranquila. Esta es, pues, una novela muy
entretenida y recomendable, con un personaje que deja huella y que, ojalá, sea
protagonista de más investigaciones en el futuro.
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