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miércoles, 6 de enero de 2016

Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven, Albert Espinosa


Inauguramos el 2016 con una novela que se ha convertido casi en un "must" para el lector amante de Mr. Wonderful y las lecciones vitales en general

“Me topé con una gran persona que intentó enseñarme la importancia de ser diferente en este mundo. Poca es la gente que no claudica a vivir de forma mediocre”

               Recuerdo a Albert Espinosa visitando El Hormiguero para presentar esta novela. Sus gestos denotaban un leve nerviosismo, seguramente por el saberse observado por miles de personas. Y es que su mirada comunicaba cierto grado de timidez. Pero resultaba encantador cuando hablaba, aunque lo hiciera bajando los ojos al final. Se me antojó una persona sencilla y muy afable, alguien con quien valdría la pena conversar de la vida.


            Recuerdo también que su libro fue un gran éxito. Figuró entre los más vendidos y mucha gente hablaba de él. A mí no conseguía atraerme: arrastro cierto recelo por las historias, así llamadas, de no ficción. Creo que porque, con los pocos que he leído de esta categoría, siempre acabo con la sensación de no haber entendido el mensaje. Pero como a la hora de escoger lectura suele invadirme un impulso casi nunca justificado, he acabo por leer este cuento a lo largo de estas Navidades.

              Se trata de un librito muy cortito, de 100 páginas, que se lee muy rápido aunque las primeras páginas desconcierten un poco. El narrador es el protagonista, Daniel, un hombre de 40 años. La narración comienza situándonos en el momento actual que está viviendo, de la cual somos de hecho testigos casi presenciales: su pareja lo abandona mientras, al mismo tiempo, un padre desesperado lo telefonea para contratar sus servicios, ya que Dani se dedica a buscar niños desaparecidos. De esa forma, se ve obligado a partir hacia Capri, una isla en la que aparentemente él ya estuvo en un momento crucial de su vida. Por esta razón, Dani realiza un viaje mental a su pasado, concretamente a su infancia, y nos relata los grandes acontecimientos que vivió en ese periodo y cómo lo marcaron convirtiéndolo en el adulto que es ahora.

               A lo largo de las páginas nos sumergimos en un cuento para adultos protagonizado en buena parte por el niño que fue Dani. A sus diez y trece años, conoce a dos hombres que encajan perfectamente en los requisitos de “hada madrina” de los cuentos clásicos: edad, sabiduría y un regalo en forma de lección vital. Por si fuera poco, aparecen en dos momentos muy complicados para él, lo que refuerza la idea de la aparición de los adultos como algo mágicamente idóneo. En pocas palabras, el encontronazo con estos dos personajes, el Sr. Martín y George, se materializa en un compendio de anécdotas vitales que dejan pasajes para el recuerdo. Aquí incluyo algunos que me gustaron especialmente, para alimentar la curiosidad del lector:

“-La felicidad no existe, Dani. –Fue de las pocas veces que no añadió lo de “joven”-. Sólo existe ser feliz cada día. Si piensas en el concepto global de felicidad todo cae por su propio peso. Mira por la ventana…
Me señaló un pequeño cristal, casi minúsculo, que daba a la calle. Me acerqué. Me horrorizó saber que los muy graves no tenían ventanales enormes… Necesitan tanto ese exterior para poder despedirse del mundo.
-¿Ves toda esa gente caminando sin sentido pero en direcciones concretas? –me preguntó.
Miré a esa gente, lo que no sé es cómo él la veía. Desde donde me encontraba no podía llegar a divisar la calle.
-La veo – respondí.
-¿Te das cuenta como todos van hacia algún lugar, con algún propósito? Ni tú ni yo nos cambiaríamos ahora mismo por ellos. Y eso es porque nos gusta nuestra vida, nuestro rostro, nuestro camino… No podemos entender adónde van, qué necesitan hacer… Pero todo cambia por la noche… En plena madrugada fíjate en los edificios altos y verás que hay pocas luces encendidas, muy pocas. Casi todo el mundo duerme, tan sólo hay algunos que están despiertos… Y ésos son los que buscan y los que encuentran. A esas altas horas de la noche, en las que todo el mundo duerme, ellos están amando o gozando de conversaciones intensas… Y ese sentimiento y esas palabras cambian su vida. Joven Dani, siempre debes poner en tu vida más noches que días… Y cuando alguna vez estés perdido y no tengas rumbo fijo, juega al ‘qué haría otro si estuviera en mí’”. 

“-Esos diamantes son como tus desparramados.
-¿Desparramados? –Mi interés iba in crecendo.
-Sí, tengo la teoría de que nos desparraman.
-¿A quiénes?
-A cada uno de nosotros y a cuatro personas más… Te desparraman en el mundo para que con el tiempo vayas encontrando a los otros cuatro. Ése es uno de los sentidos de la vida; encontrar desparramados, y por eso hay señales, para que no te confundas.
-¿Y cómo son esas señales? –pregunté.
-Algo que los une, puede ser algo sumamente sencillo…
(…)
-¿Qué ocurre cuando conoces a los cuatro diamantes?
(…)
-No lo sé… Pero estoy seguro de que pasa algo.
Noté que me mentía, pero no me atreví a preguntar de nuevo.”

             La tercera “hada madrina” resulta ser la abuela del niño desaparecido, que le regala la tercera lección a Dani (nuevamente, en un momento delicado de su vida):

“-Lo segundo y más valioso para llevar tu vida adelante es que debes darte cuenta de que nos hemos pasado la vida desde pequeños respondiendo a la pregunta ‘qué me gusta’. Qué me gusta de comida, de ropa, de juguetes, de estudios, de trabajo, de amistad, de amor, de sexo… Y ese ‘qué me gusta’ marca nuestro mundo. Da la sensación de que si nos gusta algo es un indicador de un rumbo o un deseo, y debes saber que no. Lo que nos gusta no es nuestro camino, ni tampoco lo que no nos gusta. A veces el rumbo puede estar en lo que nos provoca indiferencia, en aquello que no nos apasiona ni aborrecemos. Entiende esto… Has de confiar en ti, no en lo que crees que te gusta a ti… La senda no la marca lo que te gusta a ti, sino que la marcas tú…”
Después de aquello volvió a abrazarme y se marchó hacia la casa, tarareando “Si tú me dices ven lo dejo todo… pero dime ven”.

              Todas estas lecciones resultan interesantes, pero tengo la impresión de que llegan al corazón del lector solo si este se encuentra en un momento en que precisa o se encuentra abierto a esta clase de consejos vitales; los demás, quedarán probablemente indiferentes por una historia cuyo único objetivo es regalarnos los ojos con frases potentes. Aparte de esas aportaciones, la novela no resulta interesante: se limita a narrar una historia personal, bastante intensa a nivel emocional, pero con un nivel de acción inexistente.

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