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martes, 3 de mayo de 2016

"Esperando al rey", José María Pérez "Peridis"


Continuamos este 2016, ya cerca del verano, (más vale tarde...) con la novela histórica "Esperando al rey", galardonada con el premio Alfonso X de Novela Histórica en el 2014. ¡Dejad vuestras aportaciones! 


                Viajamos a mediados del siglo XII; cuando Hispania todavía era una realidad y el Cid Campeador una figura reciente que servía de inspiración. “Peridis” nos sumerge con esta novela en un apasionante relato de las aventuras y desventuras de las “gentes más principales” de las cortes de León y Castilla. La historia se inicia en el año 1155 y se localiza en el castillo de Monterroso, donde el príncipe Fernando, segundo hijo del emperador Alfonso y heredero del reino de León y Galicia, se forma en su más tierna infancia en las artes del gobierno de la mano del conde Osorio. Allí entablará una intensa relación con Teresa, la hija del conde de Traba, gobernador del castillo.

                La narración avanza con el trascurso natural del tiempo. A lo largo de la lectura, somos partícipes del devenir de la Historia, de los enfrentamientos entre reyes y los nobles que les apoyan, y de las vidas privadas de estos. El autor centra su atención en ese núcleo social, y son pocos los plebeyos que se cuentan entre los protagonistas. Ningún personaje pertenece a las esferas más bajas de la sociedad. El autor centra sus personajes en los círculos sociales más elevados.

                Llama la atención el lenguaje utilizado a lo largo de la narración. Realmente parece que estamos oyendo a los auténticos protagonistas. Todos ellos hablan con ese estilo indirecto y poético con el que nos los solemos imaginar. Pero no se hace ni pesado ni aburrido en ningún momento. Todo lo contrario: el estilo es extremadamente delicado y es sumamente agradable de leer; algunos pasajes, especialmente aquellos que recogen las reflexiones más profundas de los personajes, son realmente bellos en su expresividad. 

“-Esperaba encontrarme con mi hijo Fernando y mis nietos… y al verlo todo tan vacío… y tan silencioso, me entró la congoja… y se me vinieron encima los recuerdos y las paredes. Hasta ahora no me había dado cuenta de que el pasado está muerto – dijo entristecida Teresa-. El mío murió en Cuenca con Nuño. Es cierto que quedan nuestros hijos y los recuerdos, pero estos los dejo para ellos. Mío ya no es nada y por eso no me llevo nada, porque si lo hiciera sería como levantar la casa de un muerto y el muerto fuera yo misma (…)”

                La novela está muy bien documentada históricamente y resulta muy entretenida. El autor incluye magistralmente una gran diversidad de elementos, desde intrigas y conspiraciones palaciegas hasta el misticismo religioso hecho arte. En este sentido, conocemos a nada más y nada menos que al maestro Mateo, artífice de la Catedral de Santiago, y somos testigos del progreso en la construcción del monumento, así como de la expectación que creaba entre la gente.


                Realmente una novela muy apetecible para el verano que se avecina. 

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